ALUCINACIONES Y PSEUDOALUCINACIONES
Existen múltiples fármacos o drogas que pueden provocar alucinaciones visuales. Inicialmente son imágenes sin forma, como figuras abstractas o destellos de luz, pero ocasionalmente evolucionan a formas complejas como gente o escenas con colores vívidos. Se ven con más frecuencia con los ojos cerrados o en lugares oscuros. Algunas se asocian a alucinaciones en otros sentidos, como la fornicación, alucinaciones táctiles en las que se arrastran insectos por la piel, propia de la intoxicación por cocaína. Estos cuadros suelen resolverse con la retirada de la droga o el fármaco. Un cuadro característico es el delirium tremens, que aparece al segundo o tercer día de abstinencia de alcohol, en el que aparecen pequeños animales como ratones u objetos móviles que provocan temor en el sujeto.
Esto es un tema muy inexplorado y aparte criticado, nada facil de poder profundizar en el entonces traté de hacer un ensayo sobre lo que se podría considerar lo mas relevante en cuanto a alguna investigación sobre el tema en el siglo pasado varios investigadores utilizaron en su investigación sobre la alucinación una "percepción sin objeto". Desde aquí podríamos pasar a las clasificaciones clásicas según el sentido implicado: visuales, auditivas, olfativas, gustativas, táctiles y cenestésicas. Sin embargo, hicieron una separación entre alucinaciones y pseudoalucinaciones.
La diferencia entre ambas alteraciones de la sensopercepción radicaba en la exterioridad y objetividad estética, desde donde obteníamos que si la imagen patológica provenía claramente desde el exterior y era captada por el sentido correspondiente estábamos ante una alucinación. Si no era así, lo llamábamos pseudoalucinación. Criterio que resulta evidente desde lo descriptivo, es posible de algunos cuestionamientos desde una clínica fenomenológica. Un paciente nos refiere que escucha "voces" nítidamente a través de su oído, que provienen de la habitación contigua y que lo insultan. A los pocos días, instaurada la terapéutica con antipsicóticos, el mismo joven relata que los insultos han pasado a ser "voces interiores" que resuenan dentro de su cabeza y que, por momentos, le dan la impresión de ser su propio pensamiento hecho sonido. Si nos atenemos a las definiciones anteriores, este paciente habría pasado de sufrir alucinaciones a pseudoalucinaciones, lo cual resulta lógico desde lo meramente descriptivo. Sin embargo, si tratamos de captar la esencia fenoménica, deberemos concluir que lo ocurrido no es más que una variante del mismo fenómeno psicopatológico, cabiendo preguntarnos sobre la real utilidad de catalogarlos con distinta denominación.
La alucinación, responde a un mecanismo más neurológico, automático, orgánico, que determina el delirio al obligar al individuo a darle una explicación, desde ya errónea, a lo percibido. Resultarán, las alucinaciones, imprescindibles al sujeto para explicar y justificar lo ideativo. La pseudoalucinación, tiene un mecanismo más psicológico, de proyección de representaciones internas ya identificadas con el individuo, donde el delirio es previo y engendra la pseudoalucinación, la que es relatada por el paciente sólo si se lo interroga sobre ellas. Entre estas últimas está el eco y sonorización del pensamiento, las "voces" que comentan los actos del paciente y las imágenes extracampinas. Las alucinaciones, concluye, son mucho menos frecuentes que las pseudoalucinaciones.
Las percepciones, refiere, son corpóreas y aparecen en el espacio objetivo exterior; mientras las representaciones son imaginarias y aparecen en el espacio subjetivo interno. "Corporeidad-imaginación, espacio exterior-espacio interior son oposiciones absolutas que separan siempre sin transición la percepción y la representación por un abismo". Así, las pseudoalucinaciones carecen de corporeidad y aparecen en el espacio subjetivo interior, emparentándose claramente con las representaciones y por otro lado las alucinaciones, que poseen corporeidad y espacialidad externa, se encuentran ligadas a la percepción. Pero, a pesar del "abismo" que Jaspers menciona, él mismo aclara que en la clínica existen transiciones en tanto una pseudoalucinación puede transformarse en una alucinación y viceversa.
Las alucinaciones siempre se han considerado el sello distintivo de la esquizofrenia. A pesar de que pueden presentarse en otros trastornos como los del estado de animo y los orgánicos, siguen asociandose de forma justificada con la esquizofrenia y con el trastorno esquizofréniforme. Los pacientes esquizofrénicos suelen tener alucinaciones auditivas, visuales, táctiles, gustativas, olfativas o una combinación de ellas.
La dimensión sintomática hace referencia a dos síntomas psicóticos clásicos que reflejan la confusión del paciente respecto a la perdida de limites entre él y el mundo externo: alucinaciones e ideas delirantes. Ambos síntomas reflejan una “perdida de los limites del YO”; el paciente es incapaz de distinguir de sus propios pensamientos y percepciones y lo que tiene observando el mundo externo.
En las enfermedades psiquiátricas son más frecuentes las alucinaciones auditivas que las visuales, aunque éstas también se presentan. Suelen aparecer en el seno de un sentimiento afectivo intenso o de una preocupación delirante.
- Ocasionalmente, el marcado desarreglo del metabolismo corporal visto en la insuficiencia renal y en la insuficiencia hepática puede producir alucinaciones. Los químicos externos, como las drogas alteradoras de las funciones mentales (mota, psilocibina, lsd y opio) pueden producir experiencias alucinantes profundas.
- El delirium es una de las causas más frecuentes de alucinaciones en el anciano. Primero suelen aparecer como pesadillas vívidas e ilusiones, y más tarde como alucinaciones francas. Son características las imágenes de animales (serpientes, ratones) así como la carfología, que consiste en intentar coger objetos imaginarios en el aire o en la ropa de la cama. El tratamiento de la enfermedad puede resolver por sí solo el fenómeno alucinatorio.
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