sábado, 14 de abril de 2012

Libranos Señor Dios... (LSD)





LA HISTORIA DE COMO UN ACCIDENTE SE CONVIRTIO EN EL PRECURSOR DE UNA SUBCULTURA MUNDIAL...

Hofmann trabajando con ergotoxinas y a partir de ellas sintetizando ácido lisérgico, obtuvo en primer lugar una ergobasina mejorada (Methergin) que es hoy en día ampliamente usada como hemostático citócico en obstetricia, pero también, en sus variados ensayos, sintetizó en 1938 el LSD-25 (25 por el número de ensayo), cuando buscaba un estimulante para la circulación y la respiración (analéptico), debido a su similitud con la dietilamida del ácido nicotínico (coramina), un conocido analéptico. Al ensayarse en los animales de Sandoz, se comprobó un efecto narcótico y hemostático sobre el útero (pero menor a la ergobasina), por lo que se detuvieron ulteriores ensayos. Durante cinco años el ensayo permaneció guardado, mientras Hofmann seguía trabajando en el cornezuelo, cuando lograba diferenciar la ergotoxina en tres alcaloides particulares, uno ya descubierto con anterioridad (ergocristina), y los otros dos completamente nuevos, bautizados como ergocornina y ergocriptina. Con estos alcaloides se elaboró un compuesto farmacéutico vendido y utilizado para “fomentar la irrigación periférica y cerebral y mejorar las funciones cerebrales en la lucha contra los trastornos de la vejez”, bautizado como Hidergina, y que ocupó mucho tiempo el primer lugar de ventas en Sandoz. A partir de la dihidro-ergotamina, y su producto comercial el Dihydergot, se creó un fármaco para estabilizar la circulación y la presión sanguínea. Hofmann se encargó no solamente de la purificación de estos tres productos: Methergin, Hydergin y Dihydergot, sino también de su producción industrial.
Cinco años después Hofmann retoma su trabajo, intuyendo que el ensayo LSD-25 podía servir a pesar de la sentencia eliminatoria que le enviaron los encargados de farmacéutica. Vuelve a sintetizarla, pero en la fase final padece de algunas sensaciones extrañas que lo hicieron abandonar su trabajo y volver a casa a descansar, mareado. Al recostarse se sintió embriagado, con los ojos cerrados le “penetraron sin cesar unas imágenes fantásticas de una plasticidad extraordinaria y con un juego de colores intenso, caleidoscópico. Unas dos horas después este estado desapareció”.
Relacionó este efecto narcótico con su trabajo con el LSD, pero sin entender cómo pudo contaminarse a pesar de su pulcritud. Conociendo la fuerte toxicidad de los alcaloides del cornezuelo, decidió diluir una muestra basándose en las dosificaciones mínimas habituales para el promedio de los alcaloides, y pensando obviamente que era la dosis más baja posible: 0,25 mg de tartrato de dietilamida del ácido lisérgico. El efecto fue muy fuerte, lo llevaron a casa, y en sus momentos de lucidez solicitó un médico y un poco de leche de sus vecinos (desintoxicante no específico).




El mareo era tan fuerte que no podía permanecer de pie, su entorno giraba, los objetos tomaban formas grotescas y amenazadoras; la vecina que le trajo leche era (supuestamente) una bruja malvada y llena de muecas de colores. Se sentía apoderado por un demonio. Sintió el miedo terrible de haberse enloquecido. Por momentos se sentía fuera de su cuerpo, observando la situación. Su pensamiento ardía en reflexiones de desastre, pérdida de carrera, de familia y reputación. No podía “formular una oración coherente” cuando llegó el médico, a pesar de que había pasado ya por el punto más álgido de su crisis. Pero su pulso, su presión sanguínea y su respiración eran normales, por lo que no le administró ningún medicamento, limitándose a recostarlo y acompañarlo en su habitación. “El susto fue cediendo y dio paso a una sensación de felicidad y agradecimiento crecientes a medida que retornaban un sentir y pensar normales y creía la certeza de que había escapado definitivamente del peligro de la locura”. Con sus ojos cerrados, veía juegos de colores, caleidoscópicas, círculos y espirales que se abrían y cerraban; sus sensaciones auditivas se transformaban en sensaciones ópticas. “Cada sonido generaba su correspondiente imagen en forma y color, una imagen viva y cambiante”. Al día siguiente todo estaba bien, o mejor, “el desayuno tenía un sabor buenísimo”. En el jardín cuando salió, sus sentidos “vibraban en un estado de máxima sensibilidad que se mantuvo todo el día”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario